No creen ni admiten lo que están oyendo. Es también una manera consciente o no de alejar al enfermo, de no hacerse cargo de su problema, basándose en que una crisis epiléptica importante SÓLO es representada por el llamado comúnmente ataque epiléptico: pérdida de consciencia diurna, brusca, imprevisible, con caída al suelo y apariencia extremecedora.
Negarán la importancia de las diferentes clases de crisis desatendiendo un grave problema sin informar al paciente o familiares correctamente sobre la complejidad y variantes de esta enfermedad crónica. Por supuesto, los efectos secundarios de los fármacos son negados en la mayoría absoluta de los casos. Su actitud todavía es más incomprensible si sus pacientes son niños.
Muchos de nosotros hemos tenido que escuchar confusos comentarios como: “Las crisis nocturnas son excepcionales…. Se trata de un trastorno del sueño…. Usted lo que tiene es una depresión…. Estrés… Esas convulsiones se quitan con un tranquilizante… Sus pérdidas de consciencia probablemente se deban a una bajada de azúcar…. ¿Qué dice de luces y olores?… ¿Seguro que no toma drogas?… Qué raro lo que me cuenta, este medicamento no afecta para nada la memoria…” Restará importancia o hará oídos sordos ante las ausencias, espasmos, automatismos u otra clase de crisis que no correspondan a un ataque convulsivo en público.
Para evitar la repetición de este último, la “solución efectiva” será proteger al paciente de… ¡todo! es decir, le prohibirán muchísimas acciones sin apreciar las futuras consecuencias psicológicas y sociales de las absurdas frustraciones impuestas (no hacer deporte, no conducir, no trasnochar, no comer chocolate, embutidos, picantes, no beber café ni coca cola, etc.). De esta manera, el problema estará “resuelto”.
Estos médicos tampoco aclararán si la epilepsia es una enfermedad neurológica o mental -algo terrible para cualquier persona que no sabe qué le está pasando- ni admitirán o entenderán las sensaciones que el paciente describe, llegando a no creer casi nada de lo que el enfermo, con dificultad, pudor y turbación, está revelando de su vida diaria. Algunos de ellos se desentenderán del paciente enviándolo al psiquiatra.
Esta falta de rigor en el diagnóstico y atención al enfermo de epilepsia conlleva una estigmatización, una imagen equívoca e improcedente de todos los afectados y una evidente confusión en la sociedad actual.
TODOS los neurólogos ADVIERTEN AL ENFERMO Y FAMILIARES QUE GUARDEN EL SECRETO DE SU EPILEPSIA para evitar una pérdida de empleo y una discriminación social al tratarse de una enfermedad mal vista. ¿Por qué razón hacen esto si realmente para la mayoría de ellos los diagnósticos son tan leves como nos indican, y esta enfermedad y los efectos secundarios de los fármacos carecen de la importancia que el paciente sufre en su vida diaria, revela en las consultas y pocos médicos confirman? (!)
En general, los especialistas desconocen las asociaciones de epilépticos existentes en nuestro país -al contrario de lo que sucede con otras dolencias como la diabetes, el cáncer o el alzheimer- y las páginas Web dedicadas a ello elaboradas principalmente por enfermos y familiares.
De esta forma, la persona con crisis y/o con severos efectos secundarios por su tratamiento se sentirá desprotegida, nerviosa, aislada y no entenderá nada de lo que le está pasando. La primera fuente de información y comprensión puede ser, en muchos casos, INTERNET.
Así mismo, desde aquí DESEAMOS DAR LAS GRACIAS A LOS VERDADEROS PROFESIONALES de la salud (neurólogos, neurofisiólogos, psiquiatras,…) que nos ofrecen una información seria sobre la epilepsia e intentan devolvernos la mayor parte posible de nuestra anterior calidad de vida y autoestima.