Ante una apariencia saludable y un gran tiempo sin presentar crisis, la familia y allegados no deben olvidar que esa persona no está curada y toma unos medicamentos acompañados a menudo de serios efectos secundarios que disminuyen su calidad de vida, y debe llevar unos hábitos saludables y unos horarios estables de descanso.
Es IMPRESCINDIBLE que los familiares y los amigos más cercanos tengan paciencia y comprensión ante la debilidad física, la falta de memoria, de concentración, los cambios de humor y la depresión que suelen padecer estos pacientes.
La epilepsia no es una dolencia como las demás. En ocasiones, cuanto más distantes son las crisis peor se viven: se había olvidado que podían aparecer de nuevo. Es una enfermedad con sorpresa. La falta de información actualizada sobre la epilepsia y en especial sobre el caso concreto de la persona cercana afectada puede producir situaciones de desunión y soledad.
El paciente de epilepsia no es un enfermo “completo”: entre las crisis parece normal y difícilmente se le puede atribuir en muchos casos graves un estatus de minusválido. Su enfermedad no tiene una evolución progresiva hacia la curación o hacia la muerte. Se sabe que esta molesta afección durará mucho tiempo o será crónica y que tendrá una evolución incierta, imprevisible.
LA SOBREPROTECCIÓN
Como ya hemos comentado anteriormente.
LA NEGACIÓN
Es difícil obtener un relato detallado de las crisis por parte de los familiares y amigos, e incluso del número de crisis. Las explicaciones son pobres o prácticamente inexistentes.
Descuido en la administración de los medicamentos, considerados como algo negativo o poco importante.
Los allegados pueden incitar al paciente a romper los hábitos de vida necesarios para tener controlada su enfermedad (acostarse tarde, beber alcohol, etc.).
EL RECHAZO
Por parte de los amigos. Si el paciente tras el diagnóstico y la medicación no puede adaptarse a su anterior ritmo de vida, suele quedarse injustamente apartado.
Por parte de la pareja sentimental. El cambio en la calidad de vida origina en uno de los miembros incomprensión, impaciencia, desapego, ofuscación, y en el otro impotencia, inferioridad y aislamiento.
Para un compañero egoísta el afectado pasa a ser una carga, como sucede en otras enfermedades graves. Cuanto más dure esta situación y más grande sea la ignorancia ante la epilepsia, mayor será el problema, en algunas ocasiones, insuperable.